Sí, claro que puedo leer este artículo, no es tan largo y es un tema bien inter… ¡Ay! Una notificación de Instagram, a ver 👀
Y así nos pasa con todo, cada que queremos sentarnos a ver una serie o una película, cuando queremos tomarnos el tiempo de leer un libro o un artículo de internet, cuando estamos reunidos con otras personas o en el trabajo; simplemente te llega una notificación y toda tu atención se va hacia ella.
No importa si es de Facebook, de Instagram o de que la batería se terminó, esos 2 segundos en los que tu pantalla se ilumina bastan para que te pierdas por completo del ahora y corras a atender la nueva información que llegó.
El término economía de la atención fue acuñado por el psicólogo y economista Herbert A. Simon, quien toma a la atención como un cuello de botella que limita lo que podemos percibir en entornos estimulantes contra lo que podemos hacer.
¿Recuerdas esos viejos tiempos en los que la información era bastante escasa? Nuestra atención, entonces, se centraba en otras cosas. Y no me refiero a que vivíamos en un mundo feliz donde la gente era plena; la atención estaba basada en la información que se nos brindaba, a través de la televisión por ejemplo.
Hoy en día la información es demasiada y, por ende, la atención escasea. Vivimos rodeados de datos todo el tiempo, la información en medios analógicos y electrónicos convencionales como libros, revistas, radio, tv, además de sus contrapartes en medios digitales; redes sociales, grupos, portales informativos, podcast, videos, etc. Hoy en día estamos hiperconectados con todo y todos, al mismo tiempo.
Los pros y contras de la economía de la atención
Para las empresas de marketing y carreras emergentes del mundo digital este tipo de economía va bien, la publicidad se centra (dependiendo de tu público objetivo) en las redes sociales. En Facebook para los más “oldschool” y en Tik Tok para las nuevas (y no tan nuevas) generaciones.
También se basa en hacer que las páginas y aplicaciones sean más intuitivas, haciendo que la atención que le prestes a factores externos sea mínima y te centres en el contenido objetivo.
Pensamos en la interacción del usuario, del humano que va a navegar a través de nuestras páginas y que va a interactuar con nuestras aplicaciones. Hacemos que la publicidad y lo que le estamos ofreciendo lo haga sentir satisfecho y feliz.
Pero entonces las redes sociales y el mundo digital nos comienza a conocer bien (demasiado bien), con cada una de nuestras interacciones hacemos que las plataformas sepan qué nos interesa, por eso podemos pasar horas viendo videos de perritos en Tik Tok y fotos de viajes en Instagram. La economía de la atención nos vuelve productos para productos.
La atención
La atención que prestamos al mundo que nos rodea escasea, haciendo que el valor de esta aumente, economía básica, pues. Sin embargo, la atención no es tangible a comparación de otros productos intercambiables. ¿O sí?
Cuando el mundo digital comenzó a emerger, las cosas comenzaron a ser gratuitas y, por tanto, accesibles. Sin embargo, esta accesibilidad le quitaba valor económico al producto como tal, ¿qué pasó entonces? Si estás escuchando una canción y, de repente, un comercial interrumpe tu atención te sientes frustrado; entonces pagas para evitar comerciales y seguir generando dopamina y satisfacción con la playlist de cumbia que te armaste.
¿Sigues leyendo? Muy bien, entonces continuemos.
¿Qué hacemos ante la economía de la atención?
Como todo en la vida, la clave es: adaptarse. Como empresa podemos ofrecer nuestros servicios o productos, pagar o hacer nuestra publicidad e invitar a las personas a ser nuestros compradores. Todo esto respetando su espacio, sin ser invasivos o violentos.
La economía de la atención permite atraer clientes ofreciendo contenido o productos gratuitos o a bajo costo que se adapte a sus necesidades, luego podemos ofrecer otros más completos que puedan ser pagados sin mayor problema.
Como trabajadores del mundo digital podemos crear y movernos entre las comunidades de nuestro rubro. Podemos ofrecer una muestra de nuestro trabajo en plataformas y redes sociales para hacernos notar y crear una presencia en línea para posibles clientes o empresas. Enseñar nuestro trabajo, hacer un portafolio, crear nuestro propio perfil es ser cool y hacerse notar.
Sin embargo, la economía de la atención ha tenido consecuencias graves en la vida de las personas, ¿has notado que puedes hacer un montón de cosas a la vez? Y sí, suena padrísimo, pero no. El hecho de que estemos escuchando un podcast, contestando correos, scrolleando en redes sociales y planeando nuestro día no significa realmente que estemos siendo “productivos” o “multitask”.
Nuestra atención dura cada vez menos, la información larga nos abruma, las tareas que nos toman mucho tiempo nos parecen imposibles de realizar. Esto provoca que tengamos una sensación de frustración, nuestro cerebro liberal cortisol (una hormona del cuerpo) y esto hace que nos sintamos estresados.
¡¿Y entonces qué hacemos?! Pues bueno, tenemos la opción de dejar de lado el celular, desconectarnos por lo menos una hora al día de redes y pantallas. Vivir el aquí y ahora un ratito aunque sea.
Cuando el FOMO llega a nuestra vida
Ok, ya nos hiciste caso, dejaste el celular o cerraste la pantalla de tu compu… Pero aquí estás de nuevo, sigues leyendo el artículo, ¿por qué?
El FOMO (fear of missing out) es este miedo de no mantenerte al día, necesitas estar constantemente conectado en redes sociales, revisando tus notificaciones, abriendo y cerrando Whatsapp… Cómo cuando tienes hambre y abres y cierras la puerta del refrigerador, cómo si algo delicioso fuera a aparecer.
Si bien el FOMO no es un trastorno, puede provocarnos ansiedad, un sentimiento de que “algo nos falta”, ¿y si te mandó mensaje tu mamá?, ¿ya reaccionaron a la foto que subiste hace 5 minutos?, ¿¡de qué me perdí mientras leía este artículo!?
Este acrónimo en inglés surge a partir de la observación del comportamiento de las personas al desprenderse de sus dispositivos, como cuando la batería se les termina o no tienen conexión a internet.
¡Pero tranqui! No te estás perdiendo nada, puedes ignorar tus notificaciones un ratito más.
¡Ayuda! Dejé de poner atención en el segundo párrafo
En Reevolution te aconsejamos que, para volver a tener tu atención en el aquí y ahora, le bajes un poco a tu consumo de redes sociales, no entres a páginas de ventas (a menos que sepas qué vas a comprar), si vas a entrar a una plataforma de streaming hazlo sabiendo qué serie o película verás.
Evita scrollear de forma innecesaria; sabemos que esto está padre para matar el tiempo y te ofrece la dopamina inmediata que necesitas. Sin embargo, hay otras formas de obtenerlas. Sal con tus amigos, lee un libro, haz ejercicio, pinta un cuadro, lee nuestros artículos semanales, ¡lo que quieras! Pero no dejes de prestar atención, recuerda, esta ya es muy valiosa.
Silencia algunas notificaciones innecesarias, como las de Instagram o Facebook, ¿realmente vas a felicitar a la persona que cumple años hoy?, ¿seguro que quieres ver qué subió tu influencer favorito? No creo, así que puedes pasar de eso, por lo menos unas horas.